viernes, marzo 28, 2008

Torres del Paine

El terminal de buses estaba a solo 4 cuadras del Hostal en donde nos quedamos y hasta ahí llegamos tranquilos caminando a través del centro de Punta Arenas. Era temprano y el día se venia bueno, soleado pero fresco con esa brisa omnipresente en esta ciudad, que nunca molesta sino al contrario, refresca y anima.Dejamos atrás el barrio Rojo local y cruzamos la plaza en diagonal, tal como sus principales entradas invitan a hacerlo. Nos despedimos con una señal del indio de bronce con su pie gastado y le deseamos suerte y hasta una próxima vez. No se inmutó. El bus estaba listo casi para partir. Dejamos nuestro equipaje debajo y tomamos nuestros asientos sin numerar.No mas de 12 personas abordaron el vehículo en total lo que fue una buena cosa al momento de querer descansar. Luego de la primera media hora me invadió la modorra y me deje ir en un sueño agradable. Crystian mientras tanto, en el asiento de mas adelante, también dormía. Cada cierto rato despertaba para volver a dormir sin enterarme de donde nos encontrábamos. Al salir de la ciudad avanzamos por la costa, a nuestra derecha, azul y quieta que el Estrecho de Magallanes muy calmo mecía. Dormí otro poco. Al despertar nuevamente mis ojos no volverían a tener interés en Morfeo, el paisaje ya era increíble. Creo que la naturaleza me impresiona fácilmente pero aquí no hay quien sea inmune a esa sensación de libertad y pureza del cielo, como nuestro himno nacional dice casi con un tono de mito, azulado, azul profundo con motas de algodón perfectamente blancas que tapizaban el horizonte y por sobre el horizonte. Abajo, desde el suelo, se levantaban cerros de un color café claro y mas atrás, unas montañas grises y celestes cubiertas de nieve que se encarnaban en el cielo, dejándolo quieto junto a las nubes que lo moteaban. Nos acercábamos a Puerto Natales.
Un lago como espejo que era tan azul como el cielo nos dio la bienvenida, mostrándonos un muelle que solo es una calle de pilares de madera que se adentran erguidos en el agua, una mano grisácea gigante no alcanzo a saludarnos y ahí se quedó semi enterrada en ademán de saludo/adiós.La ciudad es simpática, la gente saluda al pasar. Parece otro mundo.El cielo sigue igual mientras uno camina y los buses salen puntuales a sus destinos. Los gringos se pierden y corren de un lado para otro tratando de descubrir en cual vehículo subir cundo uno con una ventaja ridícula ya esta sentado y listo para salir. Antes de subirnos a este bus, eso si, nos dimos una vuelta de una hora y algo por las limpias calles Natalinas. Gente simpática, lindas mujeres, buen pan y la picada de Carlitos son cosas para recordar. Luego de partir, vino otro lapso de tiempo de pensamientos varios. Es inevitable que cada vez que los paisajes lo ameritan vienen a mi cabeza los textos de Tolkien. Su amor por la naturaleza y los colores y la creación misma del mundo y de sus seres es digno de ser compartido. Su visión y su forma de describir las cosas del mundo, ayudan al momento de encontrarse frente a frente a tanta maravilla de sopetón. Nos ayuda a comprender lo que vemos o al menos justificar toda la belleza con palabras terrenales y comprensibles, creando un puente de sorpresa que lleva los paisajes a nuestro espíritu. Así de impactado y con pensamientos similares me bajé del bus en Laguna amarga. No pude evitar darme una vuelta completa y observar el lugar en que me encontraba.Una gran meseta de roca se hallaba tras nosotros a unos 40 metros de altura entregando un poco de sombra a la flora autóctona que se encontraba debajo.Volví a girar y vi una gran depresión a mi derecha que avanzaba hasta mucho mas allá, hasta unas montañas azules cubiertas de nubes blanco grisáceas. No me di cuenta de lo que estaba viendo hasta unos segundos después. La primera etapa de la búsqueda había concluido, frente a nosotros y aunque cubiertas por nubes en lento movimiento, se erigían al fin, imponentes y majestuosas, Las Torres del Paine.

1 comentario:

Su. dijo...

Uyy que lindo relato,me imagine alla...
Vengo llegando de un viaje largo al otro extremo de donde andabas tu.
Desierto,sol brillante todo el dia y de noche las estrellas a un metro de mi cabeza.
Creo que tuvimos visiones distintas,imaginaba tu viaje lleno de colores azules y verdes y el mio puros colores cafe y ocres...que lindo no?
Que bueno es viajar,te llena de energias,pero hay que volver a Santiago,concuerdo hoy mas que nunca contigo con eso de una ciudad que cree que avanza y se torna cada vez menos amable...
En fin
Saludos y bienvenido a la jungla!! jajaja
besos viajeros
Su